Os dejamos enlace a una petición que eleva la Junta de Personal y el Comité de Empresa para que se aclare por parte del Diputado de Recursos Humanos si existen nuevas instrucciones o cambios en la gestión y devengo de las dietas del personal, en general, y específicamente en el Área de Servicios Sociales a raíz de las quejas y discrepancias de criterios que de ellas se deducen.
Para ver la Solicitud presentada PINCHA AQUÍ
Precisamente en relación con este asunto os dejamos unas reflexiones que nos han llegado y queremos compartir con vosotros.
“A veces no llegamos, pero no por falta de ganas”
Del cuidado a la reivindicación: una reflexión sobre cómo lo profesional y lo humano se entrelazan en Servicios Sociales
Trabajar en Servicios Sociales comunitarios implica convivir cada día con la tensión constante entre la planificación y la realidad. Nuestro trabajo se organiza con agendas, protocolos y procedimientos, pero la vida no siempre avisa. Las necesidades humanas no caben en los márgenes de una hoja de Excel. Por eso, cada jornada puede convertirse en un ejercicio de presencia, contención y decisión, donde muchas veces lo urgente se impone a lo previsto.
Hay mañanas que empiezan con una cita cerrada y terminan tramitando un informe de prioridad para dependencia, o elevando una situación de riesgo a Fiscalía o al Servicio de Protección de Menores. Y en esos momentos, quedarse más allá del horario no es una elección voluntaria, sino una exigencia del compromiso profesional y ético.
Quienes trabajamos en lo social sabemos que la planificación es imprescindible, pero no siempre suficiente. Nuestro trabajo se desarrolla en contacto directo con personas, familias y realidades que cambian, que irrumpen, que duelen. Que no esperan. Por eso, cuando se cuestiona nuestra disponibilidad o se pone en duda el reconocimiento de algo tan básico como una dieta, se hace necesario parar y explicar.
Porque lo que se nos pide a diario no es solo cumplir una jornada: es estar presentes, sostener, improvisar, coordinar, y acompañar procesos que, en muchos casos, desbordan cualquier horario. Y aún así, no se retribuye el esfuerzo adicional, no se reconoce el desgaste emocional, y se cuestionan derechos básicos como el de recibir una dieta cuando la jornada se prolonga.
No estamos hablando de privilegios. Estamos hablando de justicia laboral, de condiciones mínimas para poder seguir haciendo bien nuestro trabajo. Porque no es solo una comida: es el reconocimiento simbólico y material de que hay una disponibilidad real, una flexibilidad constante y un compromiso que va más allá de lo que figura en un cuadrante.
Reivindicar una dieta
no es pedir un extra. Es recordar que cuando extendemos nuestra
jornada —porque la realidad lo exige— estamos poniendo cuerpo,
tiempo y salud.
No estamos hablando solo de una comida.
Estamos hablando de cuidar a quienes cuidan. De ponerle un valor
mínimo, simbólico pero real, al esfuerzo adicional que muchas veces
pasa desapercibido. La dieta no es un privilegio: es un derecho, un
acto de justicia, y también de autocuidado.
Los Servicios Sociales son el cuarto pilar del Estado del Bienestar. Y sin embargo, siguen siendo los más frágiles, los más invisibilizados. Como trabajadora en este ámbito —y como parte de los casi 180 profesionales de Servicios Sociales que integramos la Diputación de Huelva—, no puedo dejar de preguntarme: ¿qué pasaría si dejáramos de asumir lo que el sistema no cubre? ¿Quién sostendría entonces?
Por eso esta entrada no es una queja, sino una forma de poner palabras a una realidad compartida. De decir que lo social también necesita cuidados, también necesita sostén. Y que defender derechos como la dieta no es solo hablar de alimentación: es hablar de dignidad profesional. De calidad del servicio. Y de justicia.
Porque sí, a veces no llegamos. Pero no por falta de ganas.
Una profesional de los Servicios Sociales Comunitarios